Vinculación con la sociedad

Luciano Concheiro nos describe mediante un paseo por el tiempo, los argumentos que hemos encontrado para construir caminos, propuestas que desean ser útiles, y nos reitera que estamos rodeados de personas, grupos, colectividades, en donde hay sueños, esperanzas, problemas, estrategias, soluciones y propuestas de trabajo. La aparición de proyectos de desarrollo rural desde la sociedad es un indicativo, una señal de que los sueños se están volviendo colectivos y en ese mismo momento aparece la esperanza, la que puede hacer realidad los sueños.

Es necesario mirar lo que la gente está construyendo, las respuestas concretas que se están generando, las cosas que funcionan y que han funcionado en el pasado. A partir de esta perspectiva vemos que el desarrollo rural se basa en muchos proyectos pequeñitos, muchos sueños hermanados que fortalecen las economías familiares, representan una alternativa diferente, son viables, sustentables y pueden representar parte de otra modernidad.

“Xochimilco no se define como un modelo simplista de educación o investigación, sino alrededor de la vinculación.”

Los proyectos de las comunidades han tomado un rumbo, son una realidad que tenemos que enfrentar, un reto que -según Luciano Concheiro- debemos asumir como país, para nuestra gente. El regresar entonces a la agricultura, el unir la producción y el consumo, la lucha por recuperar las formas de curar el cuerpo y el alma, las luchas por la apropiación de la tierra y los procesos productivos, la construcción y reconquista de las autonomías locales, la invención de nuevos modelos de desarrollo regional, la reconquista del arte, de la música, de nuevos mercados, fortalece a las comunidades, fortalece su cultura y con ello se fortalece también la posibilidad de la construcción de un poder político sobre bases diferentes.

Con estas respuestas que se están produciendo se está materializando también “el poder”, pero con otro sentido, con otras condiciones políticas, con un corte nuevo: la lucha por los derechos humanos, la conservación del planeta, la salud, las autonomías indígenas, la descentralización y la democratización de la sociedad. El poder visto así cobra un nuevo sentido para el desarrollo rural si se construye horizontalmente y desde las poblaciones rurales, a partir de sus propias prácticas, si se toma en cuenta tanto la diversidad de espacios y de condiciones como de seres sociales, ancianos, mujeres, indígenas, no indígenas, jornaleros, etc.

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