Retratos del tiempo

Me ha tocado acompañar a los chavos de nuevo ingreso en los recorridos para conocer la UAM-X. Durante el trayecto les cuento quién fue nuestro primer Rector general y de unidad, les platico algunas anécdotas de nuestra institución y les digo que deben sentirse orgullosos de formar parte de la UAM. Les menciono el alto potencial de nuestros egresados y señalo a algunos de ellos en puestos de alto mando en todos los niveles de gobierno: he viajado del sureste hasta el norte de México y he encontrado a gente egresada de la UAM en todos lados.

Les cuento que donde hoy está el Edificio W estaba hace muchos años Rectoría de Unidad, en ese gallinero; en aquel tiempo era el “gallinero” mejor arreglado, el mejor lavado, tenía el mejor césped, los arbolitos bien cortados, era Rectoría de Unidad. Después se convirtió en bioterio. En aquellos años uno caminaba por esta veredita del Jardín Francisco Villa, que partía a los gallineros, donde ahora aquí están los edificios G y B. De lado derecho se veía, más al fondo, Rectoría, luego estaba Mantenimiento, luego las oficinas, casi el último gallinero era el Comedor, y de lado derecho había algunas aulas para las actividades culturales, el valet, la duela y otras más que no recuerdo en este momento.

“La fotografía es la capacidad de observar. En un clic de microsegundos ya congelaste algo para la eternidad.”

Les cuento que en esos años yo jugaba futbol americano, nuestro espacio deportivo era el lugar de la Planta Piloto y todos los edificios del CyAD, era pasto y canchas. Usábamos las aulas de las actividades culturales como vestidores después del entrenamiento, y de ahí íbamos al comedor en la tarde. En ese tiempo el comedor era de todo el día y los alumnos no sólo iban a comer, allí estudiaban, aunque también había una biblioteca. También recuerdo el famoso Salón Naranja, era un salón similar a la sala de profesores, pero bueno ¡de todo pasaba allí! Había reuniones y charlas, era un lugar de esparcimiento para todos. Ahora las instalaciones han cambiado mucho, se han robustecido, así como se ha fortalecido la UAM.

En aquellos años para las vacaciones de navidad se ponían mesas en medio de los gallineros, las cazuelas, eran convivencias de fin de año en las cuales todos se conocían. Hoy caminas y hay algunas personas que no conoces, conozco a algunos porque camino todos los días, pero en aquel tiempo todo mundo se conocía, todo mundo circulaba, convivía, era una casita sin horarios, uno llegaba temprano y se iba tarde, era la forma de dar el corazón a la universidad.

Son muchas las historias que puedo contar durante los recorridos. Una más quisiera rememorar. En el 85 la Universidad contribuyó con trabajadores y alumnos en las labores de rescate del terremoto. Salimos a las calles, estuvimos con las costureras, en Tlatelolco, en Tlalpan, en la Del Valle, en Morelos. Fue impactante ver gente que no conocías, muertos, sacarlos de los escombros, jalarlos, ver reventarse un cuerpo en tus manos. Fue una más de las formas en que la universidad volvió a salir a las calles a prestar servicio, a colaborar. Son nuestro orgullo esas medallas imaginarias que cuelgan de estos muros.

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