Recuperar el rostro y corazón

Todos los que militáis
debajo desta bandera,
ya no durmáis, no durmáis,
pues que no hay paz en la tierra.
Santa Teresa de Ávila

Las Comunidades Eclesiales de Base son grupos pequeños de cristianos que nacieron como organización hace cincuenta años en América Latina, con entre cuatro y hasta treinta personas, quienes se reúnen normalmente cada semana a leer pasajes del Antiguo o Nuevo testamento de La Biblia. Con base en su lectura reflexionan, analizan y proponen caminos de acción para su realidad. Defienden sus derechos, su tierra, apoyan a migrantes o intervienen en los incidentes de la vida pública; es una forma muy flexible de agrupación de cristianos, comúnmente de barrios populares, comunidades indígenas, campesinos e incluso de cristianos de las grandes ciudades. Celebran su fe, cantan, tienen sus propios símbolos y ritos.

Compartieron su nacimiento con la Teología de la Liberación en América Latina, en un tiempo de dictaduras en Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Perú, Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, un poco en México y algo en las Antillas. Fue una respuesta crítica al papel de la iglesia de lado de la exploración y las dictaduras. Postularon otro tipo de iglesia, una comprometida con el Reino de Dios, con un mundo más humano, basado en los Derechos Humanos, en el cuidado de la naturaleza, con una democracia participativa.

Recuperaron el marxismo europeo, pero también el latinoamericano de Mariátegui o de Martí, para criticar la realidad de tres siglos de colonia y dos de Doctrina Monroe, de la “América para los americanos” y no para los latinoamericanos. Se opusieron a las dictadoras y se pusieron del lado de los obreros, campesinos, de las mujeres, de los ecologistas. Una reflexión teológica con instrumental marxista para incidir en una iglesia comprometida, de acuerdo con el Concilio Vaticano Segundo, con el congreso de Medellín, ligada a los pobres y no a los poderes colonizadores, viejos o nuevos. Las comunidades eclesiales alimentaron su reflexión teológica sobre la vida a partir de prácticas de transformación social.

De 300 comunidades en la Ciudad de México tan sólo quedan actualmente unas 20 o 30, la décima parte, son adultos mayores que añoran una época de grandes movimientos, mucha gente, del apoyo a los zapatistas, de organizarse contra megaproyectos capitalistas, de apoyar en desastres naturales… pero que siguen con ganas de renovar. Eso es diferente a otras comunidades como Chiapas y Jalisco, donde las comunidades están floreciendo. Sufrieron la represión de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, quienes en ordenamientos y normas eclesiales las perjudicaron mucho, pero no pudieron acabar con ellas, fue un fenómeno muy grande, pero las estorbaron, impidieron y debilitaron con veinte años de maltrato.

Como asesora técnica, la UAM trabaja en el rescate de la memoria colectiva de las Comunidades Eclesiales de Base de todo el país, donde el Dr. Rafael Reygadas trabaja entusiasta junto con alumnos y prestadores de servicio social de la Licenciatura en Psicología de nuestra casa de estudios, investigan y hacen servicio comunitario para estas comunidades.

En Querétaro, donde también una parte del equipo trabaja en la recuperación de la memoria colectiva, hay comunidades con mucha fuerza, de gente mayor y jóvenes con iniciativas públicas impresionantes, otras comunidades más o menos van, pero son brechas de esperanza. En esta caída por tantos obstáculos que hemos tenido, la iglesia de los pobres es apoyada por el papa Francisco, es un veranito después de un invierno muy crudo, parece que quiere haber primavera, pero apenas comienza a aparecer.

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