Ingresé a la UAM en 1988 como profesor temporal y gané mi plaza definitiva en abril de 1992. Hice mi tesis de doctorado con un tema sobre la modernidad arquitectónica en Sinaloa que después convertí en libro, pero mi trabajo más querido, compartido con mi colega Francisco Haroldo Alfaro Salazar ha sido sobre las salas cinematográficas de la ciudad de México del cual publicamos un libro que ha tenido una gran repercusión porque justamente les llega no solamente a los arquitectos, a los diseñadores o a los artistas sino a todos los individuos que vivieron esa experiencia tan entrañable, asistir a una gran sala de cine para ver una película. Es un libro con muchas imágenes, fotos y planos arquitectónicos, que resulta muy conmovedor, pues las fotografías evocan espacios donde fuimos niños muchas veces, donde vivimos un sinfín de experiencias que fueron más allá del acto de simplemente ver la película dentro de esos palacios donde se reunía la familia, compraban comida y se convertía en todo un ritual de fin de semana.
El cine ejerce una fascinación para los mexicanos, nos encanta ir al cine. Ver una cinta cinematográfica en la pantalla grande es una de las actividades preferidas para los fines de semana y para las cuales se construyeron salas que era auténticos recintos del séptimo arte, joyas de la arquitectura que hoy ya no existen. Las grandes salas de cine eran espacios para la socialización, intercambio de ideas de asumir estatus, identidades, pretensiones, anhelos y compartir las osadías, los amores o los temores que se revelaban en la pantalla…veamos como fue el análisis de la arquitectura de estos viejos cines de la ciudad de México.