El tiempo se inscribe en las relaciones de poder. El control de las personas pasa generalmente por el control de sus tiempos y actividades. De hecho, existe una serie de comportamientos asociados al ejercicio de un poder sobre el tiempo de los demás (citar, emplazar, retrasar, posponer, hacer esperar, etc.). Estas modalidades son parcialmente institucionalizadas cuando se trata de la relación de los funcionarios de una administración pública para con los derechohabientes. La tardanza e incertidumbre respecto a muchos de los trámites burocráticos que suelen realizar los ciudadanos tiene un alto costo social. Más preocupante aún es la situación de quienes se presentan en Urgencias de hospitales públicos porque la demora para ser atendidos suele tener consecuencias fatales.
La espera ansiosa e impotente del enfermo y sus familiares genera una serie de dificultades que hacen más vulnerables aún a los beneficiarios del sistema público de salud. La relación entre el personal del hospital y los familiares del paciente es una relación de poder mediatizada por la institución en la cual cada parte desarrolla estrategias para reivindicar su rol respectivo y defender sus intereses. Enfermos y acompañantes tienen la expectativa de una atención rápida y eficiente, así como de recibir un buen trato por parte de los trabajadores del sector salud, mientras que estos últimos esperan de los usuarios docilidad, paciencia y disciplina. Lo que está en juego en esta relación de poder –que se verifica en la presencia (a la vez obligada, necesaria y voluntaria) de los familiares en la sala de espera de Urgencias–, es el control de la calidad del servicio. Y no se trata de cualquier servicio, ya que es una intervención médica urgente que a menudo suele decidir la vida o la muerte del paciente.
De manera modesta, nos avocamos a examinar la experiencia social del tiempo en el contexto de la atención a la salud. Asimismo, decidimos investigar los significados del tiempo de espera en los hospitales públicos porque, desafortunadamente, es una situación padecida por mucha gente, pero respecto a la cual las Ciencias Sociales en México no se han ocupado todavía de una manera sistemática. Veamos lo que sucede.