Un cambio fundamental propuesto por el nuevo gobierno de la Ciudad de México es que las personas convivan en una ciudad innovadora y de derechos. Los seres humanos son la esencia de la ciudad. Todas las personas, los ciudadanos, los actores urbanos que vivimos en ella, tenemos el derecho a la ciudad, a una vida digna y a tener acceso a los servicios primordiales, en especial, la educación, la cultura, la salud, la vivienda, agua de calidad, el empleo, el transporte público y la seguridad. Eso es una ciudad de derechos y a eso es a lo que pretendemos llegar.
El compromiso es ubicar los principios de los derechos humanos en el corazón del gobierno, estableciendo en el proceso, mecanismos de cooperación con las entidades locales y la ciudadanía.
La participación de la comunidad es un elemento clave en el cumplimiento de la política de los derechos humanos, porque hasta ahora, en el mundo, todavía queda mucho por hacer. Los esfuerzos para reconocer los derechos humanos y garantizarlos están limitados por la dinámica del mercado, por la discriminación sistemática y por las restricciones legales impuestas para el control de las poblaciones. La política debe tener como objetivo reconocer los derechos humanos en todos los niveles y las instancias de gobierno y, al mismo tiempo, ofrecer servicios integrales y de calidad, que respondan a las necesidades de individuos y comunidades.
En cuanto al derecho a la salud se necesita que la actividad intersectorial construya condiciones de vida buena y digna que favorezcan que las personas vivan con salud y no estén permanentemente enfermas o mueran prematuramente. Es muy importante entender que la salud es un servicio no una dádiva o un privilegio, que existe una ética pública y que además las personas que están demandando los servicios, recibiendo una atención, son sujetos de derecho. Eso es muy importante y el gobierno de la ciudad debe garantizarlo.
El planteamiento del nuevo gobierno es sentar las bases para que esto suceda, incorporar la perspectiva de los derechos humanos en todas las políticas, no sólo en salud, aunque el derecho a la salud es prioritario.
Se necesita también recuperar el sentido de servicio y revalorar el trabajo de los profesionales de la salud porque en los sistemas de salud públicos hay mucha gente capacitada y muy comprometida. Tenemos que reconocer que hacen un trabajo importante y este reconocimiento pasa porque se tengan buenas condiciones de trabajo, niveles salariales suficientes, que se reconozca su labor y se legitime ese servicio con la población.