Dada la magnitud y la cantidad de construcciones que se realizan en la Ciudad de México y de las particularidades y características del suelo y el subsuelo donde estamos localizados, es necesario que el Gobierno de la Ciudad de México pueda disponer de suficientes profesionales que vigilen la aplicación del Reglamento de Construcciones y sus Normas Técnicas Complementarias, tanto en construcciones nuevas como ya existentes.
La figura del Director Responsable de Obra (DRO) existe desde el terremoto de 1985 pero hasta ahora, después del terremoto de 2017, se hizo de conocimiento más general y se popularizaron sus funciones, haciéndose claros dos principios básicos de nuestra actividad profesional: responsabilidad de responder por algo que hemos construido y confianza de que las edificaciones están bien proyectadas y construidas.
Anteriormente si algo fallaba en las construcciones, las responsabilidades se diluían y se repartían; el arquitecto y el ingeniero hacían todo, pero actualmente existen corresponsabilidades entre los profesionales y ahora es el DRO que revisa y firma en cuanto a la responsabilidad de todos los planos de nuestros proyectos, como coordinador de las responsivas citadas arriba.
Para ser un DRO hay que cursar un diplomado que se imparte en el Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México por la Asociación de Directores Responsables de Obra, Corresponsables y Peritos de Desarrollo Urbano del Distrito Federal A.C. o en el Colegio de Ingenieros de la Ciudad de México, mismos que agrupan a profesionales y especialistas de la construcción; yo como arquitecto desarrollé la vocación de DRO considerando que la parte propositiva e interesante del tema está en el principio fundamental de la confianza, de que las edificaciones están bien proyectadas y construidas, lo cual deriva en responsabilidad profesional.