El sentir de la ciudad
El viaje por la ciudad del cuerpo es una propuesta de observación, captura de información e interpretación del sentir del espacio público. La ciudad es un ente vivo comunitario y como tal es capaz de sentir y experimentar sensaciones. He estado en la tarea de buscar una estructura que me ayude a conformar relaciones con respecto al espacio público como ente vivo y desde esa perspectiva organizarlas para su observación y posterior análisis e interpretación.
Surgió así el modelo que en seguida presento, cuyo objetivo es identificar el sentir de la ciudad. En un primer momento realicé el esquema ciudad-cuerpo, una matriz que relaciona los elementos ambientales de la imagen de la ciudad para entender el espacio público que propongo en esta tesis. Son cuatro niveles de introducción al espacio público: la forma, el entorno, los significados y el sentir. Se inserta la observación empírica de un segmento de la ciudad haciendo una analogía de las funciones del cuerpo humano.
“Lo bonito del diseño, al menos es que es una disciplina que ayuda a aclarar otras disciplinas por medio de materializaciones.”
El esquema da para muchas posibilidades porque podemos relacionar cualquier parte del cuerpo con fenómenos de la vida en el espacio público.
El viaje por la ciudad del cuerpo es una serie que se trabaja en una primera etapa, desde las sensaciones que vivimos en nuestro interior. La segunda etapa es establecer zonas territoriales donde ha sucedido algo, una experiencia de vida y trabajar como si fueran cartografía; utilizar esa zona como un camino, como un recorrido, como un mapa y sobre él, superponer las sensaciones del cuerpo: la del niño recién nacido, la del feto que tiene que ver con no salir de la zona de alivio, la zona materna. Ahí está esa imagen y también el bombardeo de situaciones que tienen que ver con la protección, con el despertar en algún momento, con el surgimiento y la entrada a la vida, ver lo que pasará, asentarse en cierto territorio.
Son una serie de bombardeos de lo que es la vida, simplemente. También hay una parte que tiene que ver con lo orgánico y sin embargo nosotros nos seguimos moviendo, creciendo, seguimos en construcción, seguimos creándonos. Está el otro y los otros que están igual que él, que tal vez son él mismo. Es como una reiteración de la imagen, una repetición de la figura fetal. Ese es uno de los tantos viajes.
Otro viaje es el de los pensamientos que casi siempre son bastante difíciles de controlar. A veces nuestros pensamientos caóticos no siempre están a nuestro favor, están siempre el mal y el bien y todo el tiempo sucede una lucha muy fuerte sobre lo que son las decisiones del ser humano. A veces sucede que se generan los pensamientos y son como una máscara o una red de decisiones que uno tiene que tomar por la vida. A veces no son las más certeras, pero son también parte de ese viaje que nos acompaña y son como un tipo de protuberancias que siente uno, el otro tal vez no se da cuenta, pero uno vive con esas protuberancias, con esos pensamientos.
Somos seres humanos y tenemos que luchar contra todos nuestros niveles, nivel consciente, inconsciente, racional, irracional; es nuestra lucha permanente, otro de nuestros viajes.
¡Qué cosa tan bonita! ahora tengo esa imagen recurrente de alguien que dice que oímos con los huesos, que las vibraciones de las ondas sonoras nos llegan a todo el cuerpo y esto da la permanente vibratoria del cuerpo, signos muy hermosos de que estamos vivos. De repente le plantamos toda la obligación al cerebro y no es así, si dejáramos que trabajaran otras partes del cuerpo, si escucháramos lo que nos dicen otras partes del cuerpo que también son inteligentes, con otro tipo de inteligencia, sería fascinante.
Abrirnos a muchas posibilidades de interpretación del mundo, no solamente las que de repente ya tenemos muy masticadas, sino hay otras maneras de poder entender el mundo, de construir el conocimiento y reflejarlo en nuestras acciones, materializarlo, ahí está el asunto.