Apapacho

Un proyecto para los discapacitados invisibles
La sordera es una discapacidad que no se ve y por lo mismo recibe muy poca atención de la sociedad y el Gobierno. En México hay muy pocos intérpretes certificados de lenguaje de señas y la educación especial para ellos no es obligatoria.

Somos capaces de reconocer a las personas invidentes y a otras con diferentes discapacidades porque algunos signos delatan su discapacidad. Las personas sordas no tienen un síntoma visible, por lo que es difícil de advertir hasta que se les habla, además de que casi nadie domina la lengua de señas. Esta incomunicación los aísla y los orilla a convivir preferentemente con otros sordos, lo que genera entre ellos una cultura separada del resto, con su propio idioma y sus propios códigos.

Esto los vuelve invisibles en México, país en el que están metidos en el paquete de las discapacidades en general, tanto en atención y trato como en recursos para su educación.

En una ciudad como México, en la que la comunicación se da a partir de sonidos y de ruidos –sirenas, timbres, campanas, gritos- los sordos tienen que adaptarse; ellos han aprendido a hablar, a usar el teléfono y se buscan el modo de notar lo que los demás escuchamos. Su problema más importante además de no escuchar, es la educación.

El panorama educativo para este sector de la población es desolador en todo el país porque hay muy pocos intérpretes certificados en lengua de señas y la mayoría de los que conocen este lenguaje son familiares de los sordos.

La alumna de Diseño Industrial, dentro del área terminal de su licenciatura, ha diseñado para ellos un espacio en que seamos los que oímos, los que nos adaptemos a su mundo se señas.

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