Llegué a la UAM-X en 1975, hace 44 años. He estado aquí prácticamente desde el inicio, venía de terminar mis estudios en Estados Unidos, periodo durante el cual conformé un grupo de trabajo con cuatro mexicanos, uno de los cuales me invitó a venir al proyecto modular de la UAM-X. Cuando me plantearon este proyecto yo quise estar ahí, y lo tuve claro desde el principio. Cuando llegué había una euforia por el Proyecto Xochimilco que duró hasta principios de los años ochenta y fueron unos años maravillosos de entrega total; todo el mundo se entregaba, profesores, estudiantes y la mayoría del personal; trabajábamos todos los días, todas las horas y hasta los fines de semana, era algo fabuloso estar aquí.
A principios de los años 80 comienza la crisis y como los salarios perdieron capacidad de compra, hubo profesores que se fueron, entraron nuevos porque la universidad creció y esto creó una situación de divergencias sobre lo que debería ser este sistema educativo. El proyecto original fue muy creativo, pero no se logró implementar en su totalidad porque no logramos la trayectoria de desarrollo conceptual. Tampoco somos el proyecto tradicional de educación. Nos encontramos en un punto intermedio entre lo que se propuso y lo que es la educación tradicional. Hay desarrollos muy valiosos, uno de ellos que los alumnos no solamente aprenden a través de lo que ven en clase sino a través de hacer investigación, esto marca una gran diferencia con el sistema tradicional.
El campo en el que siempre he estado trabajando es en el de la economía internacional. Mi interés por hablar ahora del tema de la industrialización manufacturera en la globalización es porque creo que el modelo de apertura que México ha seguido desde la década de 1980 basado en la promoción de las exportaciones ha mostrado a lo largo de los años muchas deficiencias suficientemente estudiadas: es un modelo en el que se pretende que el desarrollo del país se dé a través de la exportación de manufacturas. No estoy en contra de que la economía esté abierta y exporte, lo que no comparto es que la exportación sea la columna vertebral del modelo de desarrollo porque nos ha llevado a una dependencia total de los Estados Unidos y nos ha encajonado en la lógica que imponen las empresas transnacionales a través de las cadenas globales de valor. Hay que mantener la capacidad exportadora, pero hay que tener un proceso de industrialización propio, que genere valor, empleo, buenos salarios.
En este momento no hay una estrategia, una lógica de desarrollo económico en el país. No se mejoran las condiciones de los más pobres simplemente dándoles dinero; claro ello compra voluntades políticas y votos electorales. Es imprescindible armar una estrategia económica que cambie la dinámica actual, de ahí el granito de arena con las ideas presentadas.