Estamos gobernados y dominados tanto ideológica como políticamente por los medios masivos
Regidos por un sistema de desperdicio impuesto por la sociedad del hiperconsumo y por eso se construye una cultura parasitaria que es la cultura chatarra. Uno de los ejemplos más impactantes que tenemos en México es cómo a partir del Tratado de Libre Comercio y la vinculación con la globalización hemos tenido un cambio de fronteras ideológicas, de valores, principios, imaginarios, tradiciones, costumbres, etc., para podernos adaptar a la modernidad y se considera que lo que no está adaptado a la globalización es viejo y hay que acomodarlo o desaparecerlo.
En México ha existido desde los años 50 una sociedad de consumo, pero era relativamente controlada, moderada; a partir de su incorporación a la globalización entramos cada vez más al hiperconsumo; las mercancías del exterior predominan en nuestro consumo porque lo interno “no tiene buena calidad”.
Ahora estamos ante un nuevo fetichismo, que nuestras costumbres y nuestras tradiciones ya no son las que nos articulan, ahora hay que adaptarnos a las costumbres y tradiciones de la globalización. Desde hace 5 o 6 años se instauró algo que no existía aquí, el buen fin. Ahora la sociedad se vuelca cada vez más al buen fin como el día de la hiper-felicidad y de la hiper-realización porque vamos a consumir los productos supuestamente a bajos precios o en promoción. Lo más asombroso es que se celebra el mismo día de la conmemoración de la Revolución Mexicana. El hiperconsumo sustituye a las tradiciones políticas, a las tradiciones culturales y ahora la Revolución pasa a ser simplemente un tema de la hoja del libro de texto y ya no es algo que nos cohesione; lo que nos cohesiona es el consumo en Wal-Mart, Costco, Sams, en los centros comerciales; una nueva identidad que ya no tiene que ver con las bases de la construcción de la Nación sino con la anexión a la globalización que no sabemos a dónde nos lleva.
Una primera sensación que nos surge a todos es ¿Cómo cambiamos esto cuando vemos este caos y esta anarquía disfrazada de modernidad, de progreso y de avance? El asunto es que así son las grandes lecciones de la historia. Si fue posible que México construyera un movimiento de independencia contra España, que en ese momento se veía imposible, si fue posible construir el movimiento de la Reforma, que también se veía imposible o muy difícil, y posteriormente una Revolución, que también se veía inalcanzable para construir otro país, ahora, esos mismos elementos los tenemos que traer a la actualidad para plantear que es posible volver a reconstruir un mundo lógico.
Es ahí donde entra el papel de la UAM, universidad pública, autónoma, lo que significa que todavía se da el margen de contar con libertad de pensamiento, con autonomía de investigación y con independencia de cátedra.
Este es un oasis para construir el nuevo proyecto, la nueva fe, la nueva esperanza, en base a lo que es el trabajo de investigación, de análisis, de teorización, metodológico y por eso la UAM, especialmente Xochimilco con su proyecto de universidad abierta, debe retomar como ya lo ha hecho, los grandes problemas del país. Generar los conocimientos que son necesarios para continuar adelante y ofrecerlos a la sociedad.
Tiene sentido porque nuestra universidad ocupa un lugar verdaderamente estratégico frente a todo este caos, a diferencia de otras universidades privadas que son empresas disfrazadas de universidad, interesadas en hacer negocio y obtener dinero a corto plazo, a tal grado, que muchas de ellas incluso quitan la tesis para facilitar la graduación cuando lo que implica una tesis es un esfuerzo para integrar la formación personal.
Veamos las reflexiones del Dr. Esteinou sobre ésta y otras transformaciones de la cultura y la comunicación en el tercer milenio.