El 4 y el 2 de septiembre de 2017, Ane y Ernesto partieron de su tierra natal para participar en una estancia de movilidad académica durante un trimestre en la UAM-X, dentro del marco del Programa de Movilidad Institucional.
Llevaban dos años de cursar la carrera de Psicología en la Universidad del País Vasco. México los llenó de todo tipo de sorpresas desde su primera semana: el sismo de la noche del siete de septiembre los dejó pasmados: el suelo se movía. Qué decir del 19 de septiembre, una experiencia muy dura. Pero, en sus propias palabras, “ni un terremoto nos ha echado, es una buena señal”.
Además de conocer los efectos de la geología de nuestro país, Ane y Ernesto descubrieron otra forma de aprender, el sistema modular, una manera diferente de tomar clases donde participar, argumentar y trabajar en equipo es una cotidianeidad muy distante a su sistema educativo.
“El segundo sismo nos agarró juntos. Como anécdota, nos pudo haber ido mucho peor, porque habíamos quedado con nuestros compañeros de piso que nosotros haríamos las compras.”
Vivir lejos de casa puede producir una profunda melancolía: la familia, los amigos, nuestras montañas, árboles, nuestra mascota… lejos. Sin embargo, ante nuestros ojos, una vida tan semejante a nosotros, pero a la vez tan distinta nos enseña otra forma de ser humanos, unidos en un mismo latir del corazón.