El desarrollo histórico nos muestra que la humanidad ha transitado por diversos estadios, que venimos “evolucionando” desde las pequeñas comunidades de información, en donde no hace más de cien años las personas se organizaban en pequeños espacios, la información era escasa, las noticias llegaban casi siempre tarde, no existía el teléfono, escasamente el telégrafo, y el tiempo parecía correr más despacio porque no había tantos avances tecnológicos. La información sobre los diversos aspectos de la vida se transmitía de generación en generación por vía oral, pocas veces escrita, porque la mayoría de la gente era iletrada y el acceso a las imprentas existentes no era fácil de manejar.
En los últimos cien años se ha visto un gran desarrollo tecnológico y científico en la historia de la humanidad; varios de los avances que han disparado el desarrollo fueron desplegados en estos últimos años. La generalización de la energía eléctrica, la televisión, el teléfono, la computación, el internet, las redes sociales, etc., han posibilitado a la humanidad enterarse de todo lo que está pasando en cualquier punto del planeta en el mismo instante en que ocurre. Los medios masivos de información jamás habían sido tan masivos, la información jamás se había movido por el mundo de tal manera.
Se plantea entonces un cambio de paradigma o de modelo que por supuesto requiere de un cambio en los esquemas mentales de los seres humanos. No reconocemos que la sociedad actual está pasando por una etapa de transición entre la sociedad de información, que hemos vivido en los últimos años, en donde los medios y los avances tecnológicos son tan grandes y tan rápidos que revolucionaron absolutamente todos los aspectos de la vida, y la sociedad de comunicación, que plantea no sólo informarse sino básica y esencialmente comunicarse.
Las características de esta sociedad de información son bien conocidas por todos nosotros: una sociedad jerarquizada, de individuos controlados principalmente por el mercado, en donde pocos deciden por muchos y pocos manejan la información y los medios. Los medios masivos venden certezas, y las certezas no necesitan pruebas. Una sociedad en la que nos venden las noticias que perpetúan los poderes establecidos, en donde el desarrollo es equivalente a crecimiento económico y la mayoría de los seres humanos ni cuentan, ni valen, ni están incluidos.
La propuesta es pasar a una sociedad de comunicación abierta, verdaderamente participativa, donde participar no sea solamente asistir a una reunión o tomar la palabra en un debate, sino tomar las decisiones de todos los procesos y ejercer el poder de gobernar nuestras propias estructuras locales y familiares; que nos motive a soñar en voz alta, a generar procesos de dialogo, a formular y ejecutar lo que queremos individual y colectivamente.
Una sociedad donde se promueva y se dé un diálogo de iguales y acuerdos entre los diferentes, en la que se construya la estética del corazón y se promuevan las relaciones humanas, una de las pocas formas para abrir la percepción y enriquecer la conciencia.
Gabriela Dutrenit nos regala un bello ejemplo de cómo construir diferentes procesos de diálogo entre los diferentes para formular políticas y procedimientos colectivos con respecto a algo tan complejo para mayoría, como son la ciencia, la tecnología y la innovación.